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Be better

Isabel Inés, Ludita

Isabel Inés, Ludita Diseñadora de escuelas

¡Oh Capitán,
mi Capitán!

agosto - 2014

Una de las ventajas de tener tu propia escuela de diseño es que no tienes que pedir consejos, sólo darlos. Isa no dirige La Nave Nodriza de esa manera, ella mira mucho a los ojos, pide tu opinión, escucha y vuelve a mirarte a los ojos. Para ella el diseño y la formación son mucho más que un trabajo, son la manera de estar en paz con una misma. Le guste o no, ella es una de las mayores influencias profesionales y personales en las nuevas generaciones de diseñadores de productos digitales de este país.

Intro:

Amar lo que haces es casi la única condición que se necesita en la vida para ser feliz, lo de Ludita y el diseño es puro amor. Otra condición para triunfar es la suerte, y en esta ocasión la suerte es la de todos los grumetes que pasan por La Nave Nodriza, la suerte de aprender y compartir experiencias con ella. Empresaria junto a su hermana desde antes de terminar la carrera, ha pasado y ha formado grandes equipos de diseño. Siempre la verás rodeada de grandes profesionales y mejores amigos, ¿quieres ser uno de ellos? Tómate un café con Isa, un nuevo curso está en el horno de lanavenodriza.com

¿Cuando eras niña… soñabas con dedicarte a algo creativo?

No. Cuando era niña me encantaban los animales, recuerdo perfectamente cuando mi padre me dijo “tú lo que quieres ser es veterinaria” y yo memoricé esa palabra tan rara que acababa de aprender. Yo quería tener perros, gatos, monos… pero en casa éramos muchas y no me dejaban tener animales. Lo máximo que conseguí fue que mi madre me regalara un pez cada vez que terminaba una cartilla de las de aprender a leer, pero se moría antes de que llegara el siguiente. Era muy frustrante, así que cambié de vocación (risas).

Ya más mayorcita, recuerdo que quería tener una papelería. Tenía clarísimo cómo sería el rótulo, una bombilla de neón iluminada, muy hortera, la papelería se iba a llamar “Idea’s” (risas). Esa afición por los lápices y las gomas, los rotuladores, los papeles, los cuadernos… no la he perdido.

¿Cómo llegaste al mundo del diseño y cuál fue tu evolución?

Nunca he tenido una vocación clara, ni he sabido como otra gente lo que quería hacer con mi vida, así que llegué al mundo del diseño sin buscarlo, como podría haber acabado en mil otros sitios. Estudié COU en Estados Unidos y allí enseguida pareces muy lista, así que decidí que a la vuelta en Madrid haría arquitectura. En el High School me apunté a un curso de lo que allí denominaban diseño, aquél fue mi primer contacto con los ordenadores, diseñábamos naves espaciales con Autocad, en un aula tipo taller rodeada de “rednecks” que sólo querían saber cómo funcionaban los motores. Ahí empecé.

Cuando volví a España terminé estudiando publicidad con la idea de que estaba a mitad de camino entre arquitectura y psicología, que eran las carreras que más me gustaban. En esa época aún no se había popularizado Internet y después de mi experiencia en Estados Unidos tardé años en volver a tocar un ordenador. Cuando estaba en cuarto de carrera mi hermana mayor, que acababa de terminar Bellas Artes, me propuso montar con ella un estudio de diseño y yo, sin tener ni idea, acabé fundando con ella Tisana (Taller de Isa y Ana). Mi primer contacto profesional con el diseño fue por la puerta grande, como empresaria y sin tener ni idea de diseño ni de ordenadores. Era el año 95 y yo tenía 22 años.

En Tisana, al principio, yo era socia pero en realidad era la becaria. Aprendí a diseñar con mi hermana Ana y Paloma Blandín, que se nos unió poco después. Poco a poco fui aprendiendo a manejar los programas (QuarkXpress, Freehand y Photoshop sobre todo), a hacer tareas comerciales, a presupuestar proyectos, a contratar empleados, a gestionar equipos… en definitiva, a ser empresaria, aunque seguía siendo la más joven de la oficina.

En esos años nos pilló de lleno el boom de Internet. Yo tenía amigos en Teknoland, en WYSIWYG, en NetJuice… pero nosotras nos dedicábamos al offline, en Tisana sobre todo hacíamos branding, comunicación y diseño editorial. Diseñábamos y desarrollábamos identidades corporativas y líneas editoriales, pero el día a día lo manteníamos gracias a las maquetaciones -hacíamos revistas, fascículos, colecciones de libros… De esa época me ha quedado el ojo fino para los dobles espacios, viudas u huérfanas, errores tipográficos… a veces echo de menos maquetar en Quark, me acabó gustando.

Isabel Inés, Ludita con Cesar Astudillo em unas cañas tras un Cadius

Isabel Inés, Ludita con Cesar Astudillo em unas cañas tras algún Cadius

“… Cuando estaba en cuarto de carrera mi hermana mayor, que acababa de terminar Bellas Artes, me propuso montar con ella un estudio de diseño y yo, sin tener ni idea, acabé fundando con ella Tisana (Taller de Isa y Ana). Mi primer contacto profesional con el diseño fue por la puerta grande, como empresaria y sin tener ni idea de diseño ni de ordenadores. Era el año 95 y yo tenía 22 años.”

¿Y tu evolución hacia las interfaces gráficas?

Recuerdo perfectamente cuando compramos nuestro primer módem, el ruido que hacía, igual que el Spectrum… al principio sólo usábamos Internet para enviar y recibir trabajo, y navegar por la red nos parecía perder el tiempo.

En esa época trabajábamos mucho para Simedia, una empresa de gente también muy joven que hacía proxys (soluciones de software para que una empresa entera pudiera acceder a internet a través del mismo canuto). Empezamos haciendo para ellos la identidad de marca, luego los manuales de instrucciones, las cajas y las pegatinas de los disquetes… les iba fenomenal, y empezaron a tener muchos clientes que les pedían que les diseñaran también la web. Ellos no daban abasto y no querían tener un equipo más grande de diseñadores, así que nos propusieron un intercambio de lo más curioso: nos enseñaban gratis a diseñar webs, a cambio de que nosotras nos hiciéramos cargo de diseñar las webs de los clientes que ellos no podían asumir. Entonces Ana y yo nos repartimos el trabajo: yo me quedé con la parte digital, y ella se mantuvo en la editorial. Nos iba genial, éramos seis personas en el estudio y teníamos trabajo y reto profesional para aburrir.

Suena raro, pero terminamos cerrando el estudio porque nos iba demasiado bien. Yo tenía 27 años y mi hermana 29, y en octubre de 1999 hicimos la planificación del año siguiente y solo con lo que teníamos apalabrado duplicábamos la facturación. Esto implicaba que teníamos que crecer, contratar a más diseñadores, dedicarnos a gestionar proyectos y ser empresarias, en definitiva, olvidarnos del diseño. Nos dimos cuenta de que no queríamos dejar de diseñar, no nos apetecía lo que nos tocaba hacer, no sabíamos cómo reconvertir eso y optamos por dejarlo.

Todo el equipo acabamos contratados por clientes de Tisana. En mi caso, me fui a crear el área de diseño web a Software AG, una multinacional alemana con versión española. Tuvimos suerte, nosotras íbamos a cerrar de todas formas y nos compraron. Empecé siendo la única diseñadora en una empresa de mil trabajadores. Fue muy loco, mi trabajo era realmente transversal a toda la compañía y lo mismo hablaba con un gerente que con el último becario, hice proyectos para la Seguridad Social, Caja España, OMEL… tenían muy buenos clientes. La verdad es que allí trabajé con grandes profesionales a los que aún guardo mucho cariño, pero era un despropósito cómo abordaban el tema del diseño: al principio me venían con el HTML hecho y un funcional en Power Point y me pedían que se lo “beautificara”, y yo me enfadaba porque no me habían avisado antes de hacer todo aquéllo. Fue en esos momentos de desesperación cuando descubrí qué era la usabilidad y empecé a entender que mi trabajo iba mucho más allá de poner bonitas las pantallas.

En esos cinco años fuimos consiguiendo cambios, integrando el diseño en fases iniciales de los proyectos… incluso definimos una metodología de trabajo con el departamento de Calidad. Es curioso que en esa época lo que se entendía por “calidad” era muy parecido a la definición de usabilidad: eficacia, eficiencia y satisfacción. Yo me entendía muy bien con ellos, y con el director de tecnología, Enrique Bertrand, del que aprendí muchísimo porque me explicaba muy bien los temas tecnológicos, era un loco del jazz y hacía las demos de las bases de datos con los discos de la Blue Note. Pero llegó un momento en que la empresa dio un giro radical, un cambio de Dirección que me dejó en una posición casi de volver a empezar desde cero, y decidí pasar página.

Era el año 2005, y en pleno boom inmobiliario, surgió la oportunidad de irme a idealista.com con Juan Leal, que estaba montando el equipo de UX. De la gran consultora pasé a convertirme en lo que ahora llamaríamos un Product Owner: mi misión era definir y diseñar desde cero una aplicación de escritorio para agencias inmobiliarias, que facilitara la gestión de su cartera de inmuebles y además sincronizara su publicación en idealista.com. Compartía mesa con la persona que daba soporte técnico a las agencias, y los tres programadores que desarrollaban la aplicación. Allí pude aplicar la metodología de libro: visité a los agentes inmobiliarios para entender su trabajo, hice etnografía, definí personas, escenarios, casos de uso… y a partir de ahí, diseñar y definir prioridades con mi equipo y el departamento comercial. Una vez llevé a Sergio, uno de los programadores, a ver cómo se manejaban las usuarias (porque al final, mis usuarias eran las secretarias de las agencias inmobiliarias) en su día a día. Flipó (risas), y a partir de ahí dejó de ponerme pegas a un montón de cosas.

En esa época The Cocktail sacó La Coctelera (una plataforma de blogs muy sencilla), y yo que nunca había publicado nada acabé teniendo dos blogs, uno personal que se llamaba “espejismos”, en el que escribía reflexiones personales y me lo pasaba pipa viendo cómo de repente la gente leía mis cursiladas y comentaba. Aparte tenía otro en el que escribía sobre cosas de trabajo, que se llamaba “singletonbean”, aún sigo sin saber qué significa, pero era algo que decían mucho los programadores. Entonces fue cuando Gorriti me puso el nombre de Ludita y Juan Leal me regaló el dominio ludita.net para que escribiera todo en un sólo blog. Ellos me ayudaron con el hosting y el wordpress, y durante años posteé lo que me iba pasando: viajes, reflexiones, emociones, momentos… una pena, lleva muerto desde 2010.

“Suena raro, pero terminamos cerrando el estudio porque nos iba demasiado bien. Yo tenía 27 años y mi hermana 29, y en octubre de 1999 hicimos la planificación del año siguiente y solo con lo que teníamos apalabrado duplicábamos la facturación. Esto implicaba que teníamos que crecer, contratar a más diseñadores, dedicarnos a gestionar proyectos y ser empresarias, en definitiva, olvidarnos del diseño. Nos dimos cuenta de que no queríamos dejar de diseñar … ”

¿Qué haces actualmente?

Pues dirijo La Nave Nodriza, que justo este mes cumple un año y ha sido una idea loca hecha realidad junto a Ignacio Buenhombre y Juan Leal. Leal y Buenhombre, nadie tiene mejores socios que yo en esta vida (risas).

Yo llevo el día a día de La Nave. Mi tarea principal, la que actualmente me lleva más tiempo, es coordinar el Curso de Diseño de Productos Digitales (PDF), que es lo que nos ha permitido arrancar la escuela porque teníamos experiencia previa y ya había gente (como tú, Alfonso) que nos conocía y confiaba en nosotros para formarse. Creo que lo que se valora de nuestros cursos es que son experienciales, al fin y al cabo la teoría, los contenidos, están al alcance de cualquiera en Internet, así que nosotros ponemos el esfuerzo en que el proceso de aprendizaje sea distinto.

Con la experiencia previa en KSchool y los dos que acabamos de terminar, llevamos ya cuatro cursos a las espaldas, y cada año vamos incorporando cambios para mejorar el curso a todos los niveles. Tenemos un espacio maravilloso, muy versátil, que es fundamental para el modelo pedagógico tipo estudio que nosotros utilizamos. Cada vez damos más valor al aprendizaje a través de la experiencia, tenemos claro que la mejor manera de aprender a diseñar es diseñando así que los estudiantes están enfrentándose a retos de diseño desde el primer día de clase hasta el último. Este año vamos a reforzar ese tema incorporando la figura de los mentores, gente de la talla de Txuma Campos, Borja Delgado, Dani de la Rica o Joaquín Márquez, entre otros, que supervisarán los proyectos de los estudiantes durante todo el curso. Se me van muchas horas entre idear y hacer realidad todo eso (risas).

Pero vamos, que La Nave es un continuo “work in progress”, siempre estamos haciendo unas cosas y a la vez maquinando otras, la verdad es que es muy estimulante porque trabajamos a varias velocidades, tanto en los cursos como en la gestión del espacio, en lo financiero o en lo conceptual, nos cuestionamos continuamente y vamos probando ideas, muchas veces optamos por ponerlas en práctica para ver si funcionan, como el curso Exprés, que lo montamos en mes y medio cambiando por completo la metodología porque duraba menos horas de lo habitual… y hemos terminado muy satisfechos con el resultado, pero no estamos seguros de querer repetirlo. Así somos, no queremos sentirnos obligados a hacer nada.

Otras iniciativas todavía están en el tintero por falta de recursos pero esperamos poder ir haciéndolas realidad, queremos que La Nave trascienda más allá del local de Doctor Fourquet, queremos que los antiguos alumnos sigan teniendo aquí su lugar, queremos ampliar la oferta formativa, no sólo en temáticas sino en formatos, queremos encontrar fórmulas de financiación de los cursos, queremos llegar a más gente, a las empresas… desde luego ambición no nos falta, y mi trabajo es ir aterrizando todas esas ideas.

“… dirijo La Nave Nodriza, que justo este mes cumple un año y ha sido una idea loca hecha realidad junto a Ignacio Buenhombre y Juan Leal. Leal y Buenhombre, nadie tiene mejores socios que yo en esta vida”

Isabel junto a Ignacio Buenhombre y Juan Leal
Los Capos de La Nave Nodriza: Isabel, Ignacio Buenhombre y Juan Leal. Fotografía cortesía de Nacho Gil.
¿Tuviste algún mentor o maestro que marcó tu camino especialmente?

¡Sí claro! yo soy muy de admirar a los demás (risas). En cuestiones de diseño, la primera influencia fue mi hermana Ana, es una gran diseñadora y en los años de Tisana aprendí con ella la profesión. Luego, cuando salté al mundo digital, mis mayores influencias fueron Nacho Puell y Javier Cañada, por el tiempo que compartí con ellos en Cadius. En uno de los primeros cócteles conocí a Ignacio y Juan, nos partíamos de risa con las historietas de Juan y sus palabros. Con los dos he trabajado y los dos son muy importantes para mí, los admiro profundamente y me han influído mucho tanto en lo personal como en lo profesional.

Por otro lado, más allá del diseño reconozco a varias personas que me han influído mucho en mis decisiones profesionales, por temas de posicionamiento ideológico. La primera fue mi profesora de sociología en 3º de Publicidad, aunque reconozco que no recuerdo su nombre. Esta mujer nos mandó leer “La seducción de la opulencia” y me ayudó a hacer consciente un pensamiento que no había querido afrontar hasta entonces: yo no me iba a dedicar nunca a la publicidad, por principios. Mi carrera era muy fácil, así que mientras “estudiaba” (en la cafetería, claro) hacía otras cosas que me llenaban más: era monitora de tiempo libre, me metía en todos los fregaos de protestas estudiantiles, en el 0,7… Descubrí a José Luis Sampedro como economista, que hasta entonces sólo conocía sus novelas. ¿Puedo citar una frase suya que me marcó desde esa época? Decía Sampedro que la revolución francesa se hizo al grito de “igualdad, libertad y fraternidad”, que la igualdad se había probado con el socialismo y no había funcionado, la libertad con el capitalismo y tampoco, que a ver si nos atrevíamos de una vez con la fraternidad (silencio con sonrisa).

También en esa época conocí a Ramón Fernández Durán, un ingeniero de caminos con un discurso muy interesante que analizaba desde la ecología urbanismo, economía y sociedad. Incluso me dejaron apuntarme a Ingenieros Sin Fronteras para hacer un curso sobre urbanismo y diferencias Norte-Sur, porque en mi facultad no había nada parecido. Ramón murió hace unos años dejando a medio escribir un libro y lo está terminando Luis González Reyes, de Ecologistas en Acción, el año pasado fui a una charla que dio sobre decrecimiento y explicaba la crisis a un nivel que nunca había escuchado: además de la crisis económica y medioambiental, hablaba de la crisis social y en concreto de la crisis de los cuidados como uno de los factores clave para definir la situación actual y el rol de la mujer como agente del cambio. Y yo me lo creo mucho.

Me gusta pensar que lo que nos mueve en La Nave no es únicamente el beneficio sino que para nosotros hay otras cosas más importantes como el respeto a las personas y el entorno, disfrutar de lo que hacemos y compartirlo de forma honesta, sin tratar de reventar el molómetro, compartir conocimiento y diseñar para entre todos hacer un mundo mejor. Nos esforzamos mucho por cuidar a la gente que se acerca a La Nave, estudiantes, profesores, amigos o quien sea. Aún tenemos mucho camino por andar en ese sentido, no digo que lo estemos haciendo perfecto ni muchísimo menos, pero siento que nuestro modelo de escuela rompe moldes en esa línea. Ahí tengo mucho que agradecerle a Natxo (Alonso), que me ha influído mucho en los últimos años, cuando éramos compañeros de piso teníamos una pizarra en la cocina en la que pasábamos horas pensando juntos, sobre diseño, sobre problemas personales, preparábamos clases juntos, lo que fuera, esa pizarra siempre tenía algo interesante que contar. Ahora nos ayuda a darle dimensión pedagógica a los cursos de La Nave, a facilitar talleres, a trabajar la cohesión de los grupos… es un lujo tenerle cerca.

¿Cuál ha sido la decisión más arriesgada de tu carrera?

La decisión más importante y arriesgada de mi carrera fue el dejarlo todo. Cuando supuestamente tenía la vida ideal, la casa ideal, el trabajo ideal en idealista.com, lo dejé todo porque no era feliz. No sabía qué necesitaba, no estaba buscando nada en concreto, pero escuché esa voz interior que te dice que eso no es lo que tú quieres, y le hice caso.

Fue muy arriesgado porque estuve dos años largos fuera del mercado laboral. En ese tiempo viajé mucho, pero también fue una época que me orientó para lo que ahora es mi trabajo y mi pasión. Cuando dejé el trabajo me dí cuenta de que mi carrera profesional había sido la inversa a la de todo el mundo: comencé siendo empresaria, luego pasé por la gran corporación, luego a una startup… Cuando vi que aquello tampoco era lo mío, llegué a la conclusión de que tenía que estudiar, así que me fui a buscar escuelas de diseño de interacción por el norte de Europa.

¡Era Diciembre de 2006 y hacía un frío que pelaba! Coincidí en parte del viaje con Humberto Matas, que entonces estaba pensando en montar una escuela innovadora en Madrid, así que visitábamos las mismas escuelas pero con distinta intención. Años más tarde su aventura terminó siendo la escuela H2i, yo participé en ese primer momento de reflexión y discusión con Humberto y Kiko en DNX (ahora DesignIt) sobre cómo debería ser una escuela de diseño, ellos pensaban más en innovación, aún estaban definiendo el concepto. En una charla en el MadinSpain Humberto contó que el curso de H2i era gratis gracias a mi, me hizo mucha ilusión, espero que algún día también sea así en La Nave.

Volviendo al viaje, conocí por el camino a gente muy interesante, como David Cuartielles (uno de los creadores de Arduino) y acabé haciendo a un curso internacional de diseño de interacción en el CIID de Copenhague, que lo acababan de montar la gente que dirigía la escuela de Ivrea. Ese curso me marcó profundamente porque no tenía nada que ver con la idea de hacer prototipos de pantallas, cuando hablaban de diseño y de interacción se referían a cosas mucho más grandes, más importantes para las personas. Se trataba de utilizar las herramientas de los diseñadores para hacer un mundo mejor, y la interacción iba mucho más allá de botones o links, más bien era integrar la tecnología en ese mundo mejor.

También en esa época, como no tenía trabajo fijo, aproveché para ir al Reboot en Copenhague y al SXSW en Austin. Fue increíble, sobre todo el Reboot, porque estaba diseñado no para magnificar al ponente, que es lo habitual en los congresos, sino desde el lado más humano de la profesión, había sillitas en el césped, fruteros llenos, se daba el mismo valor a las conferencias que a los grupillos de gente que se quedaban fuera, y es la primera vez que ví que parte de la programación quedaba abierta para que los contenidos surgieran de los asistentes, se respiraba un ambiente lúdico, acogedor, había niños, era fácil conocer a otra gente… no sé, me parece el mejor evento profesional al que he ido en mi vida.

Estuve unos meses trabajando de freelance, Ignacio Buenhombre me acogió y me iba a su oficina para no trabajar sola. Y luego empezó mi época viajera, en 2008 me fui a la India, luego me dejé el corazón en México, luego al Sáhara como reportera, a Marruecos… Esa temporada en que me salí de la rutina profesional y me dediqué más a formarme, a vivir como quería, a conocer otras culturas y otras realidades sociales, me ayudó a tener una visión más clara de lo que quería hacer y lo que no profesionalmente, entendí que lo que más me gustaba y donde más valor podía aportar yo no era diseñando sino más del lado de las personas. Desde entonces he dado mil vueltas vitales y profesionales, pero creo que ese momento de ruptura e inspiración fue el germen de lo que ahora es La Nave Nodriza, aunque viniera años después.

La vuelta no fue nada fácil y de hecho aún tengo la sensación de que nunca vuelves del todo, recuerdo que estaba tan desorientada que les pedí a Orse y Alberto (denegro) que me ayudaran con la metodología de DNX a aclarar mi futuro profesional, hicimos un taller en el salón de casa al que invitamos a gente que me conocía muy bien y llegamos a la conclusión de que yo lo que quería era montar el “Ludita’s place”, un espacio super acogedor en el que ocurrían cosas que tenían que ver con el diseño, donde se compartía conocimiento, y tenía una barra en la que Bowie servía cervezas (risas).

No supe por dónde abordar esa idea y casi me olvidé de ella, porque pronto me quedé sin dinero y volví a trabajar en una oficina, pasé un tiempo por Redbility donde hice muy buenos amigos pero acabé en Secuoyas, montando el equipo de UX y definiendo metodologías con Pilar, Iván, Eva y Orse, era un lujo trabajar con ellos. Mientras estaba en Secuoyas surgió la oportunidad de montar el curso de usabilidad en la K-School que nos dio las tablas para lanzarnos a montar La Nave Nodriza.

2013 fue el año del salto, me uní al equipo de ilios network, una red de profesionales super senior con los que es un placer trabajar, y creamos La Nave Nodriza.

Isabel Inés, Ludita en el SXSW en Austin

En el SXSW en Austin & Friends

“… luego empezó mi época viajera, en 2008 me fui a la India, luego me dejé el corazón en México, luego al Sáhara como reportera, a Marruecos… Esa temporada en que me salí de la rutina profesional y me dediqué más a formarme, a vivir como quería, a conocer otras culturas y otras realidades sociales, me ayudó a tener una visión más clara de lo que quería hacer y lo que no profesionalmente …”

De viaje Isabel Inés, Ludita
De viaje Isabel Inés, Ludita

¿Estás satisfecha con tu carrera?

Buf, yo nunca estoy totalmente satisfecha con lo que hago, pero lo acepto que ya es bastante (risas). No estaría aquí si no hubiera pasado por los sitios por los que he pasado. No solo estoy satisfecha de mi carrera, además estoy muy contenta de toda la gente que me he encontrado por el camino. Mirando atrás, me da un poco de rabia no haber montado antes La Nave, a veces lo hablamos con Ignacio, “si hubiéramos hecho esto hace tres o cuatro años…”

¿Qué piensas que estarás haciendo en 5 años?

Esta es la pregunta que me siento incapaz de responder, me cuesta mucho imaginarme en el futuro… pero me encantaría seguir en La Nave, este proyecto me llena mucho, une muy bien las cosas con las que me siento más a gusto, y se me ocurren tantos caminos por los que avanzar que ojalá dentro de cinco años esté haciéndolos realidad.

Describe un día normal en tu trabajo.

¡Desde que estoy en La Nave no tengo dos días iguales! Pero supongamos que me levanto a las nueve en El Berrueco, reviso el correo mientras desayuno y desde el coche hago alguna llamada, por ejemplo a Ana que nos está haciendo los PDFs informativos del próximo curso, y luego a La Nave para que me esperen para ir a desayunar, que llegaré hacia las diez y media y la vida es mejor después de un Manolete de jamón de La Chulapa. Después es posible que tenga un HangOut con Juan y con Ignacio para ver temas de La Nave, aunque suelen ser breves, o que nos juntemos un rato con Jorge o con Jere para revisar algún proyecto que tenemos a medias. Casi seguro que durante la mañana nos llega un paquete de Amazon, entre los cinco recibimos pedidos continuamente.

Reconozco que gran parte del día lo paso pegada a las herramientas de Google, tengo el correo y el drive abiertos todo el día. Por ejemplo ahora que estamos en pleno proceso de selección de estudiantes recibo varios mails al día solicitando información sobre el curso y trato de responder inmediatamente y de forma personalizada, además si están realmente interesados acabo quedando con ellos, últimamente veo una media de cinco a la semana y estoy con cada uno más de media hora. Meto sus datos en el Mailchimp para seguir informándoles, sigo su rastro en la red para conocerlos un poco mejor. Luego durante el curso esa tarea se relaja, aunque no desaparece del todo, pero entonces recibo bastantes mails de los estudiantes porque necesitan que les apoye en algún proyecto, que les aclare dudas… y lo mismo con profesores y mentores, hablamos de su clase, de la documentación que comparten con los estudiantes, de la evaluación, la factura…

A mediodía Nacho Gil se va a comer a su casa y los demás salimos a comer por los bares de la zona, si vamos al Pazo seguro que coincidimos con alguien de Tecnilógica, si vamos a La Caña nos encontraremos con medio Fjord. En cualquier caso, es muy problable que a la vuelta Ignacio se eche una siestecita.

Por la tarde estoy aterrizando el calendario del curso, ajustando agendas con profesores y mentores, quedando con Natxo para darle una vuelta a la metodología, preparando alguna clase o alguna charla que tengo que dar próximamente… Si hemos comunicado algo recientemente, estoy muy pendiente en facebook y twitter, si tenemos algo que comunicar pronto lo coordino con Amalia, que encuentra de maravilla las palabras de La Nave.

Suele pasar que los muchachos se van marchando y yo me quedo hasta última hora en La Nave, cuando es probable que venga un antiguo alumno a tomarse una cervecita y charlar sobre algún proyecto en el que se siente atascado o con dudas, eso algo que hacemos durante todo el año.

Clase en La Nave Nodriza con Isabel Inés
Clase en La Nave Nodriza con Isabel Inés

Clase en La Nave Nodriza con Isabel Inés

Una clase más en La Nave Nodriza.
Clase en La Nave Nodriza con Isabel Inés

Todas las fotografía cortesía de Nacho Gil (y se nota).

¿Perteneces o has pertenecido a alguna comunidad de diseño?

Sí, llevo perteneciendo a comunidades desde que nací (risas), ¿sabías que fui Scout de los 8 a los 25 años? parece que no tiene nada que ver pero allí aprendí un montón de cosas que me han sido super útiles a nivel profesional, entre otras el sentido de comunidad, de pertenencia a un grupo.

Estuve muy involucrada en Cadius desde que lo descubrí, primero leyendo y preguntando cosas en la lista, luego yendo a los cócteles y conociendo gente, luego organizando los Laboratorios, la primera desconferencia… me metía en todos los fregaos (risas). En los últimos tiempos también he estado entre los que maquinamos y lanzamos el 04×10, participo activamente en el MeetUp de Educational Innovators, en las Ladies that UX… y bueno, creo que en torno a La Nave Nodriza también se está formando una comunidad muy sanota de gente interesada en el diseño, cosa de la que me siento profundamente orgullosa.

¿Piensas que este tipo de comunidades son importantes en nuestra profesión?

Sí, claro que lo pienso. Esta profesión no existe como tal, nos la hemos inventado nosotros, la vamos creando a medida que nos desarrollamos profesionalmente. Creo que es muy sano que haya comunidad y además creo que hay bastante dentro de nuestra profesión. Se trata de juntarnos para compartir inquietudes profesionales y las cosas que vamos descubriendo, creo que eso no se ha perdido.

En La Nave creo que es en cierta parte responsable de la generación de una pequeña comunidad, ya que todos los años van entrando nuevos profesionales, gente que se quiere dedicar a esto y sigue necesitando de ese feedback, esa interacción más bien. Los seniors nos enriquecemos de los juniors de su frescura y de su visión de las cosas, ellos de nuestra experiencia, de las cosas que ya sabemos, les contamos batallitas de cuando empezábamos, esas cosas.

Primeras reuniones de definición y cañas para el 4x10

Primeras reuniones de definición y cañas para el 4×10. Fotografía cortesía de Nacho Gil.

“… llevo perteneciendo a comunidades desde que nací (risas), ¿sabías que fui Scout de los 8 a los 25 años? parece que no tiene nada que ver pero allí aprendí un montón de cosas que me han sido super útiles a nivel profesional, entre otras el sentido de comunidad, de pertenencia a un grupo.”

Si dieras un solo consejo a alguien que está empezando, ¿cuál sería?

Pues que venga a tomarse un café en La Nave, si tiene dudas, si necesita preguntar, si está perdido, si necesita consejo, que se pase por aquí y charlamos, de hecho lo hace muchísima gente (risas). Siempre recibimos a todos los que vienen con dudas, no sólo los que están empezando – “Oye, llevo muchos años en este sector y no sé por dónde tirar”, entonces peloteamos opciones e ideas, hacemos coaching de ideas en el individuo perdido (risas). Creo que llevo haciendo esto toda la vida, se me debe dar bien, no sólo a antiguos alumnos, acabo aconsejando a antiguos compañeros de trabajo, en plan “a tí te pega mucho esto”, recomendando gente que puede encajar con otra gente, o en una empresa… no sé, eso se me da bien y lo hago bastante.

¿Dinos los sitios Web que has descubierto y más visitas últimamente?

Terremoto.net que ha vuelto, me está encantando leer a Javier, más Cañada que nunca. Hace poco he descubierto también un portal que habla de temas pedadógicos desde un ángulo interesante, mindshift.

Luego hay ciertas herramientas que no puedo vivir sin ellas, Hangout se ha hecho un hueco en mi día a día tremendo. Me permite vivir en la sierra y trabajar en La Nave, me da mucha libertad, Juan que vive en Málaga, Ignacio tiene un hijo y a veces se tiene que quedar en casa…Hangout me parece la salvación.

“… Me gusta pensar que lo que nos mueve en La Nave no es únicamente el beneficio sino que para nosotros hay otras cosas más importantes como el respeto a las personas y el entorno, disfrutar de lo que hacemos y compartirlo de forma honesta”

Isabel Inés, Ludita

 

Ludita en Internet:
Su selección musical
Artista Canción
Dexys Midnight Runners Come On Eileen
Ben Harper Walk Away
Jane´s Addiction Been Caught Stealing
Edie Brickell & New Bohemians Circle
Cake Satan Is My Motor
The Sunday Drivers Often
Los Enemigos Desde El Jergón
Extremoduro So Payaso
Pixies Here Comes Your Man
José Gonzalez Heartbeats